domingo, 28 de julio de 2013

Carta a un teatrerito.

No supe más de vos
en la vuelta.
Coincidimos por coincidir con esa ironía con la que el mundo nos dice que el tiempo se nos pasa entre tanto palabrerío y tan poca cosa.
Coincidimos como una redención y  una culpa, saber que ahí estábamos, y que no fuimos.
Con cinco minutos de cruzarnos, y solamente pensar que te deberías cortar el pelo, que teníamos que contarnos tantas cosas, que nos debemos un viaje en submarino. O contar un viaje con un submarino.
Y así, otra promesa a contraluz, enrevesada, que no cumplimos porque qué sé yo. Ya andarás vos por tu Buenos Aires querido, y yo aquí, de nuevo en mi guarida me pregunto si Córdoba no tiene otro ritmo que el de un poema que no me gusta, diciéndome que Rubén Darío debía ser medio maricón.

Coincidimos por coincidir.

Como en un baile. Valseando nos miramos, y no nos volvimos a quedar de frente entre giro y giro, ni para decirnos "che, este tema es mío".  O para decírnoslo y olvidarnos. Para poder fregarnos en la cara que nada. Que ahí estábamos. Espacialmente cerca.

¡Pero cuánta gente está aquí! Y uno camina. Y ve el momento preciso en que una incógnita rompe a llorar, con el gesto torcido, con los ojos gritando.
El momento preciso en que un chico fascinado camina mirando al piso y al amor...

Y uno está ahí, para presenciarlo, pero ese encuentro...

Es a la final otro desencuentro. Como todo en la vida.

Otra sinrazón de estar aquí porque sí. De saber que hay momentos en que no hay nada que corra por nuestra cuenta, por nuestras venas.

De saber que hoy estoy aquí porque yo quise, y tal vez porque no quise irme, y todo el tormento metafísico y físico y mental de que aquí estoy, aquí estoy pero podría estar en cualquier otro lado.

Con el frío que viene de afuera solamente puedo pensar que hace frío, y que esto es como tantas otras veces en que estuve escribiendo. Con las manos frías y los pies helados.

Y a veces resignada, y hoy, ataráxica, idiotizada. Qué importa en este mundo si mañana te olvidaste del parcial que desaprobaste. Del chico que no te dio bola. Si mañana te importa un huevo que estés gordo, o si tu ex en realidad no te quería.

Estamos de paso. Coincidimos por coincidir. Dentro de ese margen de caos que hace que vos y yo nos crucemos. Y nos prometamos algo que no vamos a cumplir.

Será otra vez, en la costa, cuando de nuevo me cague un quetubí. Cuando de nuevo me insole. Cuando de nuevo no nos traigan ni el submarino ni los alfajores, y solamente tengas veinte minutos para llegar al laburo.

Cuando haya un festival de jazz al que lleguemos a los últimos cinco minutos.


Qué sé yo. Sé feliz allá lejitos, donde estarás haciéndote problemas que no existen.