lunes, 3 de diciembre de 2012

María.

¿Qué dices qué María?
¿Que mis poemas son resignados?
¡María! Si les dices resignados a mis poemas
lo resignado soy yo.

Si me dices que mis poemas son resignados
me siento una hoja que baila en el viento
un río que se va triste al mar
o que triste se estanca.

Y, ¡María, no me gusta sentirme agua!
¡Volvé y retractate, sentirme río es un cliché horrible!

Yo escribo porque sí María.
Cómo que por qué escribo, y vos

por qué me estás leyendo María,
cuando hablas de tú me haces gracia María, los tús me hacen gracia.
Tú no deberías hablar de tú.

¡Porque sí!
Porque con palabras se piensa
con palabras se crea
porque al principio era el verbo
y tal vez el verbo me lo traiga
y le ponga nariz de elefante
y patas de rana
que se aparezca en mi living
cuando diga abracadabra.

Bueno, no funciona, pero ya vas a ver María
vas a ver, que las palabras funcionan
y que las mías no son resignadas.

Si estuviera no le escribiría, obvio,
para qué escribirlo si puedo besarlo...

María que yo escribo sobre amor si quiero.
¡Que no es resignación escribir porque no esté!

¡Que no me ofenden tus críticas, pero si vienes y me dices que soy una resignada!

¡Pero escribo sobre amor
SI SE ME CANTA  MARÍA
SI SE ME CANTA!

Bueno, basta, no me leas si no quier...
¿Por qué te estás yendo?

¡María volvé aquí y decime por qué mis poemas son resignados!
Que no me ofendieron tus críticas, María.
Volvé que si no me lees desaparezco,
que las palabras no sirven si nadie las lee
si nadie las acomoda aquí
al lado del pecho
sobre la mesa
entre las fotos
y el recuerdo.

Las palabras, María, no se levantan solas.
Las palabras le pertenecen a alguien
son cartas con destinatario.

María yo no me resigno.
Porque no me resigno escribo.

Volvé y hablame de tú,
 a nadie le interesan mis poemas.



1 comentario:

  1. Sin dudas más lindo que un haiku de Borges combinado con tres cantos de la Ilíada. O sea: sublime.
    Genial, no sé. Mis más sinceras felicitaciones!

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