lunes, 7 de octubre de 2013

Del arte y la represión

Sin dudas no soy la primera que trae esta cuestión y la pone sobre la mesa, pero volviendo a temas como la vanguardia (el Cubismo y el Surrealismo, en el apunte de francesa más precisamente), solamente puedo pensar en... cómo decirlo, el impacto de la represión en las búsquedas estéticas.
Siempre me han parecido fascinantes los movimientos de vanguardia por esa irreprochable fuerza expresiva, esa firmeza que uno lee en las palabras y la provocación que suscitan: nada como leer un pedazo del manifiesto surrealista para entenderlo, o leer un poema de Tristán Tzara para decir o "omaigá, qué molestos", o "wow, acabas de convencerme totalmente".

Y creo que ahí es donde entra la represión. No pretendo ser original. Ya ha hablado Freud de sublimación, y honestamente qué sé yo cómo funciona, pero a la manera que los pioneros de la semiótica pretendieron desprenderse de nociones similares a las de psicología, yo voy a fingir que Freud nunca existió y que es producto de una psicosis colectiva alucinante (?).

En fin. Creo que hay algo en el ser humano:  
a) Una parte que necesita ajustarse a la norma, a lo convencional, a lo todos, al grupo.
b) Una parte que es el arte, que es la voz propia, el grito. Ese vómito interior que cobra cualquier forma pero que va en búsqueda del placer, de la liberación, del goce de la libertad y la eliminación (momentánea, sí; más o menos,vicaria, sí) de los pudores. El cruzar la línea de la norma, el rebelarse contra eso que marca el rumbo, es terriblemente propio del humano, y lo que forja su identidad. Basta pensar en el comportamiento de los adolescentes, más allá de que eso sea una... anomia dentro de la norma y lo esperado.

Y a la vez, mepa que mientras más represivo se es con el ser [con el espíritu si nos queremos poner metafísicos a pesar de la hora (la mañana con su seriedad intensa) y el siglo (XXI, con todo el progreso científico a cuestas)] más fuertes son los movimientos, más firmes y bestiales los arrebatos que pretenden soltar  el cuerpecito de trapo y madera, el cuerpecito de marioneta que la represión trata de controlar con sus pobres pero constantes, pero millares, de tanzas, de hilitos que mueven a la marioneta, que tratan de moverla hasta que la marioneta pierde el corazón que ha buscado a lo Pinocho con tesón. 

La represión mueve las fibras más importantes del ser, les da la fuerza del mar y los tornados, porque mientras más intentas contener algo, mayor es la fuerza que hace para liberarse, y no importa que el volcán no estalle, hay algo abajo de la tierra, en lo profundo, que se está calentando y que nadie puede ignorar.
Por eso creo que las épocas más represivas o más... conmocionantes son las que más cantidad de  artistas dan a luz. Porque el arte es el único lugar donde el cuerpo está allá, volando, desdoblándose en miles, mientras la marioneta se disimula inquieta ante las tanzas. Porque el arte es el único lugar que permite la subversión, la rebelión, y la denuncia. Porque es donde los significados se desplazan de los significantes (algo así dijo Barthes una vez), de lo material  para  que la ambigüedad genere esa tensión que indica que hay una queja, un monstruo dormido, o acechante. Una queja, una rebelión, pero dónde exactamente señalarla si ahí dice que, si no hay nada que diga exactamente eso. Pero cuánto lo siente uno. Cuánto logra sentir, con qué fuerza, a la bestia encerrada, su sangre en cauce incontrolable través las venas, su respiración acezante e inquieta, la bestia que cuando abrimos el libro salta a la cara y se hace presente con sus gruñidos fantásticos y horrorizados.

El arte es el león que gruñe a su domador para advertir la inminencia del zarpazo. 

1 comentario:

  1. "En una sociedad decadente, el arte, si es veraz, debe también reflejar la decadencia. Y a menos que quiera quebrantar la fé con su función social, el arte debe mostrar al mundo como algo en continuo cambio y ayudar a cambiarlo." Ernst Fischer.
    De las crisis siempre han surgido las actitudes más valiosas, productivas, originales, humanas, honrosas, hermosas, y un largo etc.. del ser humano; y es que estamos hechos para las crisis, el problema es cuando nos olvidamos de ello y tratamos de evadirlas. Siempre nos alcanzan, y son más intensas mientras más tiempo escapemos de ellas. Perseguir uno mismo sus crisis, y abrazarlas, puede hasta volverse placentero.

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