lunes, 21 de octubre de 2013

La mente, ese misterio (que no sabría explicar)

La mente es algo extrañísimo. 
Primer ejemplo idiota.Hoy, en el parcial de Literatura Francesa, bah, de "Literatura de Habla Francesa"(?), cuando leí la segunda consigna, Referirse a la Nouveau Roman, o sea, Nueva Novela, pensé que teatro en francés se escribe raro. Porque mi francés es demasiado escaso y porque creo que tenía esas dos tildecitas que...
En fin, yo me pregunto por qué no en lugar de leer Nouveau Roman y pensar 1950, o Sarraute, o como quiera que se escriba, yo pensé que teatro en francés etcétera. 
Hay una infinidad de cosas que podría haber pensado, y casi que estuve relajada de leer Roman, ortografía tan castellanizable (?), por oposición a como quiera que se escriba teatro en francés. Soy muy mala, en serio.
No, no voy a buscar en google. 

Ejemplo idiota 2. La profesora de lingüística, el año pasado habló del mismo ejemplo: Si a un niño le dices que es alérgico al huevo y se lo repites toda su fucking infancia, cuando el niño coma un huevo le va a dar una patatús al hígado que ni te cuento.

Y ni hablar de esa extraña vocación quijotesca de la mente humana de ver cosas que no hay o de esperar cosas que uno sabe que nada que ver. Me sigue intrigando demasiado cómo se supone que una anoréxica puede verse gorda en el espejo, o cómo un esquizofrénico ve o escucha gente que no está. 
Y no nada más eso, la mente es muy frágil, la percepción sensorial un total engaño: el alcohol, la marihuana, muchas drogas, hasta el mismo agotamiento distorsionan los sentidos. 

De verdad que es muy  engañoso.

Los simbolistas y los surrealistas estaban acertando con fatalidad cuando planteaban que el mundo es inaprensible totalmente. Los sentidos son lo suficientemente limitados como para dudar de que esa lámpara es tal como yo la veo. Y más cuando uno  de esos sentidos empieza a dañarse. Desde que me di cuenta que veo mal, el mundo me parece una estafa terrible. Yo me estaba perdiendo la verdad de las hojas en los árboles, la infinitud de líneas que uno normalmente ve en un edificio.
¡Es una trampa!
Mi paranoia me dice que creer que lo que vemos es algo cierto, cierto de certeza o certidumbre, no de verdadero, es un infantilismo absurdo.

La semiótica con su clausura: todo es signo,todo está en lugar de algo, no hay afuera del signo, la puerta detrás tuyo es signo, el espesor de lo real es interdiscursivo, casi que va pegando en el blanco. No porque no haya una puerta, sino porque cómo comprendes una puerta sin el signo, sin lo que la puerta debería ser: pedazo de madera, picaporte, cerradura, de lo que la puerta significa: puedes entrar, puedes salir.

El hecho de que la comprensión del mundo funcione simbólica y linealmente es el argumento contundente para afirmar que el mundo es incierto,y la percepción un engaño.
En la sola mediación del signo algo tiene que perderse. El conocimiento nunca es directo, se hace através de los sentidos, ya lo dijo Peirce, pero no sólo eso, sino que los sentidos son limitados y volubles. Mientras yo escribo esto, y mientras vos lees esto, es muy posible que hayas ignorado el ruido del auto que pasa.


Y no solo la relación mente/mundo, sino que la relación mente/cuerpo está plagada de engaños que también podrían ser simbólicos (?). Hoy en el gimnasio escuchaba gritar a la profesora de spinnin, una mujer con tanta energía como una canción metalera,  que alentaba a las chicas diciendo "vamos, aquí no existe el cansancio", y entonces vos escuchabas las cadenas de las bicis yendo un poquito más rápido. Casi como si la frase "aquí no existe el cansancio" realmente aboliera el cansancio. 
Me acuerdo que cuando iba a danzas clásicas, noviembre, Santiago del Estero, cuatro de la tarde, cuarenta grados de calor, las chicas (todas en realidad) llegábamos quejándonos del calor. Pero ellas (ellas las copadas, las avanzadas) ritualmente se ponían sus cancanes, los torsos, algunos manga larga, y sus polainas, y realmente, mientras bailaban no sentían el calor.En serio. Una de las chicas llegaba transpirando, pero mientras bailaba no lo hacía. O el dolor, no sé qué onda esas mujeres. La profesora nos taladraba la cabeza cada clase con que el dolor y el cansancio, el resfrío (?) son cosas de la mente. Y lo decía de esa forma natural, tan convencida que vos decías "será que esta señora realmente cree eso"... Pero viendo a las chicas avanzadas, en sus posiciones tan circensemente imposibles y antinaturales, con la cara de placidez de que lo que están haciendo es tan sencillo como lavarse las manos lo hace a uno dudar.

Es todo muy misterioso cuando se trata de humanidad.

O no, y yo tendría que dejar de estudiar esos tontos movimientos vanguardistas, o dormir más, o pensar menos, son todas opciones viables.

Au Revoir, mon ami.

O como quiera que se escriban esas cosas en francés. 

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